Ruinas al Pop (haciendo clic en la foto se escucha arqueologia pop)

miércoles, 7 de enero de 2009

Perdemos la materia

Perdemos la materia. Pasamos de lo corpóreo a lo etéreo. Me refiero al soporte de nuestra música.

Hace unos cuantos años la música procedía de la piedra, de los discos de pizarra. Los discos de pizarra nos unen a la tierra. Auque los discos de 78 rpm están hechos de pizarra o grafito como la mina de los lapiceros, su tacto es sólido, pétreo y su peso considerable. Pasar el dedo por sus bordes nos acerca al origen y destino de nuestros cuerpos: los minerales. El sonido de la aguja rascando la dura piedra se clava en el corazón y provoca heridas incurables.

Tras las guerras de mediados del siglo pasado, los discos que utilizan un sistema de grabación mecánica analógica cambian su substrato. Se cambia el mineral por el plástico. Mejor dicho por el vinilo. Por cierto vinilo procede de vino; al menos hay algo noble en el nuevo y cada vez más liviano material. Al menos el formato de vinilo de larga duración permite grabar hasta veinte minutos de ininterrumpida emoción. Pese a que la aguja ya no se hunde en el corazón, sí roza y deja marcas indelebles en la piel

A finales del siglo XX, el vinilo es derrocado y suplantado por el disco compacto como soporte digital óptico para almacenar música. Estos cedés son auténtico plástico (policarbonato), su peso es mínimo y su tacto es como el de la mano de un político electo. Los cedés pueden contener hasta ochenta minutos de música continuada, pero nadie graba piezas musicales tan largas. No hay aguja que lacere el disco... ni la piel del que escucha. Una luz láser, coherente e invisible reproduce un sonido perfecto, que inevitablemente es enemigo de un buen sonido. Hasta el punto que a veces es necesario añadir el ruido de la fricción de un antiguo disco analógico para mejorar el sonido de una canción

El siglo veintiuno trajo los formatos de audio digital comprimido con mayores o menores pérdidas como mp3 y ogg y otras siglas inefables. La música ahora es un fichero musical o archivo intangible e incorpóreo que se puede intercambiar fácilmente. Ya no tiene sentido esperar experimentar emoción alguna que dependa de un soporte físico ya inexistente

Todos estos cambios han sido introducidos y promocionados por la industria de la música y el entretenimiento. Estos cambios han influido en nuestra forma de escuchar música. La adaptación a los nuevos sistemas ha sido necesaria. Cada cambio ha dejado obsoletos reproductores y soportes de música. Este cambio permanente al modo de Heráclito ha tenido un efecto didáctico sobre los oyentes o consumidores de música. Si la lección era sobre el desapego a los soportes físicos de la música, la sociedad se ha licenciado con nota.
La capacidad de adaptación ha vencido. El fetichismo musical se bate en retirada. Ya no necesitamos objetos que tocar para escuchar nuestra música. El divorcio entro oído y tacto se ha formalizado. La parte despechada del matrimonio entre el soporte físico y el sonido no es otra que la industria musical.

Coda:
Tú te lo has buscado
tú te lo has ganado
defiéndete como puedas



No hay comentarios:

Publicar un comentario