"Commodity" es la palabra inglesa para "articulo", "producto", "mercancía", o "materia prima" y define a "cosas que pueden ser compradas y vendidas.
Independientemente de enfoques más o menos marxistas, las commodities son la base sobre las que se sustenta el capitalismo.
La música entra en el mundo del capitalismo en un momento relativamente reciente y de forma asociada a la creación del concepto de derechos de autor y de la propiedad intelectual.
Antes de esa entrada gloriosa en el mercantilismo capitalista la música fue durante siglos un no-producto. La música subsistió ligada a la actividad humana durante siglos a la margen de los mercados fundamentalmente asociada al folclore y a la religiosidad sin merma de creatividad.
La entrada al capitalismo, bendecida por propios y ajenos, ha supuesto a su vez la entrada de la música en una vertiginosa montaña rusa en la que los cambios de dirección y las subidas y bajadas no son controlados por los interesados. Estos cambios de dirección se ven tremendamente afectados por el desarrollo de nuevas tecnologías de sonido y comunicación. La generalización de las grabaciones y su entrada en un mercado que presentó en su momento un aparente crecimiento ilimitado hizo imaginar que la cuesta abajo no llegaría nunca.
La sociedad ha tomado ya su decisión al respecto. El mercado de música se ha visto radicalmente cambiado por la abrupta aparición de nuevos canales de difusión y distribución de las grabaciones musicales (Internet).
La grabación musical es el grueso del valor de la música como commodity, quedando un mercado residual de la música en directo, los recitales y conciertos que no se han visto afectados negativamente por Internet.
Resulta inquietante e incongruente que los que durante un siglo han conseguido que la música fuera considerada una commodity o mercancía, pese a que la producción intelectual incumple alguno de los criterios definitorios de la commodities, se quejen amargamente de la situación actual de su mercado.
En efecto uno de los criterios de las commodities (mercancías) relacionado con su propiedad y con la protección de ciertos derechos o privilegios, es la finitud. Que solo exista una cantidad determinada, limitada o en la mayoría de los casos escasa es uno de los criterios para que se pueda poseer ese derecho sobre la mercancía. Y resulta que existen infinitas combinaciones de sonidos que den lugar a infinitas canciones o sinfonías.
Sin embargo la música, y seguramente otro tipo de mercancías asociadas a la protección intelectual, como los escritos y otras creaciones artísticas, sí se rigen por las leyes del mercado. Incluyendo, por supuesto la fluctuación den los volúmenes de mercancías en el mercado y el precio.
La abundancia de "mercancía" al coste reducido de la tarifa plana de Internet conlleva inexorablemente una reducción importante de la cantidad de mercancía comprada y vendida o una reducción drástica de su precio. Sin embargo, los proveedores de ese mercado se encastillan en posiciones del siglo pasado y se cierran a una adaptación de los precios al mercado real.
La situación es tan fácil de comprender como parece difícil de asimilar para los que pierden su posición privilegiada en el mercado, y se resume en "nadie está dispuesto a pagar por lo que se puede obtener a un precio mínimo".
Y ese es el meollo de la cuestión que tantos berrinches causa. La aceptación del mercado conlleva aceptar subidas y bajadas en volúmenes de negocio, conlleva aceptar que los canales de distribución se ven modificados (a veces abruptamente) y que las preferencias en cuanto al formato del producto y a su forma de adquisición quedan al albur de los consumidores, que por regla general escogen lo más barato.
Existe sin embargo una alternativa que requiere una revolución y un cambio absoluto en la jerarquía de los principios. Situar la música (y posiblemente otras commodities o mercancías relacionadas con la creación intelectual) fuera del ámbito del mercado supone un paso adelante que requiere arrojo y principios. Se trata de salir del contexto del capitalismo y considerar la creación desde un punto de vista radicalmente distinto que exige arrojo y convencimiento ético.
Y sin embargo ya está aquí y aquí.
Como colofón, una cita:
"Only sick music makes money today". (F. Nietzsche, 1844-1900)
lunes, 1 de febrero de 2010
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