La discriminación positiva suena a contradicción en los términos, o más pedante aún, a un oxímoron, que algunos relacionan inequívocamente con la igualdad de oportunidades.
Dicen otros que "los programas y acciones de discriminación positiva han alimentado, en efecto, multitud de debates públicos y han sido objeto de innumerables críticas, aunque al no venir avaladas por datos rigurosos pocas veces estas críticas han llegado a cuestionar seriamente su funcionalidad y efectividad"...
Vistos estos conceptos (?), a la luz del feminismo (interesante la primera frase de la sin par wikipedia) o hembrismo (por cier, la iconografía riot girl tiene aspectos bastante interesantes) más rampante (en su tercera acepción) y actual, incluso en su versión más elaborada, parece obligado tomar posición. Y una de las opciones preferidas de este trastero es "en el exceso no hay que quedarse corto". Y para corto y lento, el ministerio del medio etc, etc. Una vez aceptado un principio rector de comportamiento, como éste de la discriminación positiva, debe aplicarse sin mayor concesión a la discriminación. En el caso tan ampliamente aceptado, como es el propugnado por feministas de diverso pelo (en su sentido ganadero y no de estilismo capilar), el principio de la discriminación positiva debe aplicarse también dentro de cada subgrupo.
Así, dentro del grupo de mujeres (digamos ese 52% de hembras respecto al 48% de machos) debería exigirse una discriminación positiva de las mujeres que aparecen claramente infra-representadas en los centros de toma de decisión que son el motivo de tan insistentes y sonoros anhelos. Es de recibo pues, aumentar la proporción de mujeres del medio rural, frente a las omnipresentes urbanitas en lo más alto de la pirámide. Y las menos agraciadas intelectual o físicamente, las muy jóvenes o suficientemente viejas o avejentadas, incluso las que no tienen vocación de participar en la toma de decisiones, deben llegar a los puestos de mayor poder, deben ser discriminadas positivamente y deben llegar a esas tan altas posiciones en detrimento de las muy brillantes tigresas de treinta-y-bastantes añitos con sobrada motivación y formación. Ejemplos de mujeres discriminadas (pobres, gitanas, monjas, con mantilla, velo, hijab, burka o lo que quieran ponerse, o putas…), por ahora negativamente, entre ese 52% femenino de la población no faltan. Y además se puede intuir que las diferencias (el rango) son mayores entre mujeres que entre hombres.
Predicar con el ejemplo ha sido tradicionalmente una de las mejores herramientas para convencer incrédulos, escépticos o simples ignorantes. La coherencia también ayuda a catequizar gentiles.
Una mayor equidad o incluso aleatoriedad parece justificable. Y puestos a hacer bien las cosas, empezar a aplicar esos procedimientos por el las mujeres sería correcto… o no?
Coda:
jueves, 19 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario