Un informe de la industria musical (IFPI) que por cierto venden a un módico precio de 1000 euros, aunque se encuentre más barato si se busca bien, pinta un panorama desolador asociado a la piratería que no respeta los derechos de propiedad intelectual de músicos y otros creadores e incluye un capítulo dedicado al impacto de la piratería digital, por supuesto en la definición norteamericana de piratería, en las industrias creativas. Otras definiciones de piratería ahora resultan pintorescas e incluso entrañables (pagina 210).
Dicho informe "demuestra" que en el siglo XXI los consumidores gastaron menos dinero en discos que en 1990, con caídas en beneficios de muchos millones o billones (según en idioma), aunque en Canadá otro estudio indica que las descargas ilegales han tenido un impacto favorable en las ventas de discos.
Es interesante saber a quién se defiende cuando se defiende algo para entender mejor estos tóxicos informes. En este caso la industria re reparte de forma bastante peculiar entre los distintos países. Es interesante ver cómo la propia industria explora modelos alternativos de consumo de música, lo que indica que estamos ante un momento de cambio del sistema de compra de música que ya cuentan con un cierto apoyo.
Por otra parte, los datos de la principal industria musical (la de USA) también confirman que el panorama no es tan desolador como se presenta a veces. El número de estudios de grabación de sonido crece moderadamente en Estados Unidos (1.269 estudios en 1997, 1.490 en 2002 y 1.722 en 2007). Esa misma tendencia se aprecia en el número de puestos de trabajo existentes en esos estudios de grabación, que pasaron de 5.528 en 1997 a 6.566 en 2007.
Estas tendencias se confirman en el estudio de Nielsen Sounscan, recogido por Wire que indica que el número de grabaciones musicales realizadas en Estados Unidos se ha triplicado en el último decenio ha pasado de 36.000 en 2000 a 106.000 en 2008. Además otros sesudos informes anticipan halagüeñas previsiones de crecimiento de la industria de grabación de sonido para los próximos cinco años.
Esta información indica que, pese a la generalización de la piratería, la producción musical aumenta, cada vez se graban más discos y en más lugares y que esta producción cada vez genera menos dinero. Esta paradoja de que menos dinero estimule más creaciones y más empleos técnicos se puede deber a que los ingresos que genera la grabación de música no se distribuyen de forma equilibrada. Se podría decir que los creadores y técnicos no reciben (o dejan de recibir a causa de la piratería masiva) la parte del dinero que les debería corresponder para estimularles (desestimularles) a cambiar sus hábitos o sus ocupaciones y dedicarse a otros menesteres mejor retribuidos económicamente. Parece que quienes están dejando de percibir una parte importante de los ingresos a que los que estaban acostumbrados son otros "eslabones de la cadena de producción de la música" diferentes de los creadores. Y también parece que su virulenta (y comprensible) reacción frente a la piratería que daña sus intereses no afecta a los otros eslabones que siguen produciendo música de forma inmutable.
Eso indica que el riesgo de pertinaz sequía de producción se evapora. Los terribles augurios con que parte del sector amenazaba se disuelven. Esas profecías apocalípticas vociferadas por todos los medios de comunicación alertando del castigo que todos pagaríamos por el pecado de algunos piratas han resultado un farol. Nadie se va a quedar sin música. De hecho muchos piensan que la música que se podría dejar de producir por causa de la piratería, esa que se está viendo irremediablemente dañada en lo económico (no hacen falta ejemplos) era la música que respondía a criterios e incentivos meramente económicos. Bueno es saberlo.
La relación entre el dinero y la creación, entre el arte y el profesionalismo, entre la vanguardia y la industria… Ay, ay ay….
martes, 21 de junio de 2011
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