La escritora de éxito sobrado, dotada de inquietudes cinematográfico-goebbelsianas y abajo-firmante de manifiestos, manifiestos y manifiestos está preocupada.
Su preocupación es el futuro del oficio de escribir.
La escritora pinta un futuro negro en el que la literatura desaparece tras una penosa agonía. Y sin decirlo invita a pensar en la desaparición de una especie dinosaurio que no se adapta a las condiciones cambiantes ("Cuando desaparecen las condiciones imprescindibles para que se desempeñe un oficio, ese oficio desaparece").
Los elementos que según la escritora cambian drásticamente las condicione necesarias para la subsistencia de la escritura son la digitalización, la piratería digital y la vulneración de los derechos de propiedad intelectual (DPI). Más de lo mismo.
Los "creadores" con éxito comercial tienen una idea monolítica y diamantina sobre los DPI. Y resulta inquietante que lo que más les preocupe a los escritores no es ser leído sino ser comprado. Y resulta inquietante que, dada la posición de esos escritores exitosos respecto a la función social de las bibliotecas, y en particular de la escritora multi-manifiesto-firmante, se preocupen tanto por la "digitali-piratizacion".
El Internet es también una especie de biblioteca pública que por cierto no es gratuita, ya que la conexión a la red se paga. Y esta idea de la biblioteca global en línea no gusta demasiado en los círculos literarios de alta facturación en ventas.
Dentro de su lógica, el concepto tienda virtual se ajusta mejor a sus intenciones. Y aún así, el escaso desarrollo de esas tiendas virtuales en España comparado con los Estados Unidos refleja la reticencia de estos autores exitosos a adaptarse a los nuevos tiempos.
Y en cuanto a la facturación, no está demasiado claro aún cuál es o será el precio de los libros digitales comprados o descargados en las tiendas preservando los sacrosantos DPI. Un par de buenos libros del mismo autor en oferta especial puede costar 10 Euros, el precio de las escasas novedades literarias que pudren encontrarse en formato digital ronda los 5 Euros, mientras que uno de los libros mas vendidos cuesta 8 euros en su versión digital.
Pese a todo, es aún más difícil de tragar la (no tan velada) amenaza de la escritora que se permite vincular el progreso social con su cuenta bancaria bien nutrida por los DPI cuando sentencia "La escritura lenta, ambiciosa, exigente, se convertirá en una hazaña de ociosidad que, como en la Edad Media, sólo estará al alcance de los ricos, que no necesitan trabajar para vivir. Ese será el progreso social que habremos conquistado" y condena al oscurantismo medieval a las sociedades que no protejan a sus especies inadaptadas y amenazadas: los escritores de éxito comercial.
La escritora ignora adrede la inmensa producción escrita (literaria o no) no sujeta a DPI, o sujeta a DPI y a cuyos autores no les molesta la difusión gratuita de su obra por Internet. En su argumentación olvida la ingente producción que ha sido devuelta al dominio público o que nunca salió de ese dominio público. Claro que seguramente nada de lo que los antepasados profesionales de la escritora legaron (gratuitamente, sin DPI) tiene el mismo valor que las obras recientes sometidas al dictado económico de los DPI. Lo que sí está claro es que las novelas de la escritora tienen precio, lo del valor es otra cosa.
Quizás con un pequeño esfuerzo de reflexión y auto-convicción es posible escapar del efecto nocivo de la publicidad y propaganda de la escritora y su industria. Y quizás la sociedad decida un día volver la espalda a estos autores de éxito comercial que defienden sus prerrogativas y posiciones ventajosas con argumentos arteros que no camuflan sus verdaderas intenciones: hacer caja. La lectura de revistas especializadas, ensayos publicados sin DPI y sobre todo de los clásicos (o simplemente antiguos) que no tienen DPI es una buena vacuna contra la insidiosa amenaza de estos "vendefrases".
No se necesitan novedades literarias bajo amenaza o coacción de sus autores. No pasa nada si los literatos de éxito de ventas guardan silencio editorial. Nada ocurriría por no disfrutar de sus últimas novedades. Los lectores se dedicarían a releer clásicos o explorar los textos olvidados en las estanterías de las bibliotecas y librerías cuyos DPI ya caducaron. Y los nuevos autores que publican bajo licencias creative commons o copyleft serían más leídos.
Y finalmente los dinosaurios y dinosaurias desaparecerían y serían olvidados. Y qué?
Coda: "Muera la intelectualidad traidora"
miércoles, 28 de abril de 2010
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