El contexto
emocional y físico en el que se escucha un sonido y en especial la música tiene
una influencia importante en la percepción y al los sentimientos y reacciones
que provoca. Esto parece una obviedad
cuando se refiere a una escucha superficial
de una canción y es sabido que la mayoría de las personas tienen una o más “canción(es)
de su vida (o subida)” y tienen momentos pasados apuntalados en la memoria por
piezas musicales (normalmente canciones pop).
Cuando se avanza
en la escucha y se acerca uno a la escucha más o menos acusmática
de música o arte sonoro
menos convencional, menos pop o menos previsible, la experiencia de las escucha
en distintos momento puede proporcional una gran riqueza de sensaciones.
Una obra maestra
de la música, sí música, es la media hora de ruido, ritmos y texturas de la composición
de Pauline Oliveros "A
Little Noise in the System (Moog System)” de 1966.
No es necesario
llegar a una escucha profunda, como la propia Pauline desarrolló, para
disfrutar de esta pieza. (no conviene escucharla a saltos sino los treinta
minutos de una vez. Pruébese.
La escucha de "A Little Noise in the System
(Moog System)” con auriculares, a oscuras, en la cama, justo antes de dormir
provoca sensaciones, percepciones y reacciones completamente diferentes a las
que produce su escucha durante una sesión de carrera invernal.
Puede resultar bastante difícil dormir después
de escuchar esta música (sí Música), la acumulación de texturas rítmicas y tímbricas
con sus crescendos y saturaciones estimula e inquieta, excita y finalmente puede
llegar a desvelar durante un buen rato. El silencio tras los 30’ de sonido a un
volumen medio o bajo, acompañado por un ligero zumbido de oídos agobia y aparta
el sosiego que es buen compañero del sueño.
Correr mientras
se escucha por los auriculares esta obra de la pionera Pauline Oliveros es una
experiencia singular. A un volumen considerable sólo el jadeo de la carrera
interfiere con los sonidos generados por el primitivo sintetizador Moog de
Oliveros. La anoxia que embota algunos sentidos hace que se perciba el sonido
de la grabación forma distinta. Y ese ruido con sus nada evidentes ritmos acompaña
la carrera y parece que da energía suplementaria que compensa en parte la
fatiga del corredor y facilita la subida de la última cuesta.
Estas son algunas
de la posibilidades de experiencias físicas y corporales provocadas por músicas
que consiguen estimular reacciones nuevas o incluso desconocidas. Y esto es un
placer al alcance de los que se alejan de la música predecible (que tan buenos
ratos de disfrute ofrece) para entrar en una dimensión más arriesgada y de exploración.
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